Creo que he encontrado a alguien. Fue casi por casualidad. Estaba en uno de los locales de salida nocturna. La moda va rápida y este local ya estaba anticuado, ahora la movida está dos calles más abajo, junto con otros seis o siete antros clónicos que despiden sexo y decadencia.
El local del que os hablo ahora sólo despide decadencia.
Pero a eso de las 2 de la mañana, entró un hombre en el local. Llevaba gafas de col naranjas, pelo engominado y un aire de superioridad que he visto en todo aquel que ha probado la magia. No es muy agraciado físicamente, pero lo suple con una autoconfianza desbordante. Este tío entró y de repente fue el centro de atención. La música bajó de volumen, los focos le siguieron... Como en el baile de fin de curso en una peli cutre. Más adelante me confirmó que había modificado todo eso con magia, pero en ese momento era el rey del mambo.
Los asistentes a la fiesta le miraron y él... bueno, básicamente esa noche mojó más que yo en el último año. Algunas de esas chicas las vi más adelante con él, son una especie de groupies que se dejan hacer de todo porque le idolatran. Algo realmente patético, por otra parte. Pero yo también me fijé en él. Hacía trucos diferentes. Es la primera vez que lo veo, pues todo el mundo simplemente repite o modifica ligeramente los trucos vistos en el documental. Pero él no, él modificaba la luz, el sonido, llegó a hacer orgasmar a una chica sobre la barra del bar sin ni siquiera tocarla... Reconozco que eso me dio envidia.
Jimmy Fallon, pues así se llama el hombre, debe tener unos 30 años y por cómo viste y dónde vive, no tiene mucho dinero. Esa noche no conseguí contactar con él, pero el barman le conocía (y le envidiaba), por lo que pude conseguir fácilmente su dirección, a cambio de algo de dinero, claro. Me personé allí a la mañana siguiente y encontré a una de las chicas, semidesnuda y manchada de semen y miel, dormida en el portal de la casa. La esquivé y entré. La puerta estaba abierta y dentro había signos claros de que la fiesta continuó allí hasta altas horas. Botellas vacías, luces de discoteca activadas, una tele sin sonido y videoclips permanentemente… Una gallina. No quise preguntar por ello. También había una chica dentro de una jaula y un hombre con un tanga en la cabeza, ambos dormidos… Vamos, muestras evidentes de que alguien se lo había pasado en grande la noche anterior.
La casa era pequeña y estaba mal amueblada, un póster tapaba un gran agujero en la pared, probablemente creado en esta u otra fiesta similar. La casa entera olía a alcohol, sudor y sexo y la nevera completamente vacía. Algunas ventanas estaban tapiadas con maderos y entre las rendijas entraba una trémula luz, como si le diera vergüenza iluminar la estancia.
La mejor habitación de todas era, claramente, el dormitorio. Una cama doble que ocupaba casi toda la estancia y 5 personas durmiendo en ella. Pude dar vueltas, fisgar y cotillear todo lo que quise, ya que más que dormidos, parecían en coma. Descubrí todo un cargamento de anticoagulantes en el baño, un álbum de recortes sobre David Wells y una foto de una chica pegada a la parte de abajo de un cajón. Una chica bastante guapa, latina, con una sonrisa picarona.
No pude preguntarme mucho más por ella porque en ese momento Jimmy salió corriendo de su cuarto y aterrizó en el váter, vomitando sangre y bilis.
Aproveché para presentarme, ayudarle y hacer un poco de buen samaritano. El pobre cabrón ni se molestó en preguntarme quién era, simplemente no le extrañó que alguien estuviera allí. Es más, actuó como si me recordara, cosa que era imposible, claro.
Ese día conseguí ganármelo y, quizás más importante, que creyera que yo soy mago. Le dije que vivía en Miami, que tenía problemas con la ley en Estados Unidos y que quería establecerme en Londres a vivir.
Quedamos un par de veces y le pude conocer mejor. Actúa como una estrella de rock, va con gafas negras y se comporta como si el mundo le debiera algo sólo por existir. Lo curioso es que la luz le rehúye y algunos aparatos eléctricos aumentan su volumen en su presencia. Es, claramente, un efecto adverso de la magia que él utiliza. Son cosas muy sutiles, pero tras un rato en una cafetería cerca de Hyde Park, me di cuenta de que la luz fluye a su alrededor, como un reguero de agua evita un pequeño montículo. No ocurre siempre, claro, pero ocurre.
Por ahora se muestra algo esquivo y misterioso. No parece desconfiar de mí, pero tampoco quiere enseñarme nada realmente importante. Parece ser que hace unos meses descubrió la fama que le podía reportar ser mago y decidió explotarla. Lleva en una fiesta constante desde entonces y parece que le funciona. No ha hablado de nada anterior al 2007, pero su forma de hablar, sus expresiones y la terminología con que se refiere a la magia implican que algo sabe. No he tenido que explicar mucho de mi historia, pues es demasiado pagado de sí mismo como para hablar de otra persona.
Yo, por mi parte, lo agradezco.
Y nada más, corto y cierro.
********FIN DE LA TRANSCRIPCIÓN********
El local del que os hablo ahora sólo despide decadencia.
Pero a eso de las 2 de la mañana, entró un hombre en el local. Llevaba gafas de col naranjas, pelo engominado y un aire de superioridad que he visto en todo aquel que ha probado la magia. No es muy agraciado físicamente, pero lo suple con una autoconfianza desbordante. Este tío entró y de repente fue el centro de atención. La música bajó de volumen, los focos le siguieron... Como en el baile de fin de curso en una peli cutre. Más adelante me confirmó que había modificado todo eso con magia, pero en ese momento era el rey del mambo.
Los asistentes a la fiesta le miraron y él... bueno, básicamente esa noche mojó más que yo en el último año. Algunas de esas chicas las vi más adelante con él, son una especie de groupies que se dejan hacer de todo porque le idolatran. Algo realmente patético, por otra parte. Pero yo también me fijé en él. Hacía trucos diferentes. Es la primera vez que lo veo, pues todo el mundo simplemente repite o modifica ligeramente los trucos vistos en el documental. Pero él no, él modificaba la luz, el sonido, llegó a hacer orgasmar a una chica sobre la barra del bar sin ni siquiera tocarla... Reconozco que eso me dio envidia.
Jimmy Fallon, pues así se llama el hombre, debe tener unos 30 años y por cómo viste y dónde vive, no tiene mucho dinero. Esa noche no conseguí contactar con él, pero el barman le conocía (y le envidiaba), por lo que pude conseguir fácilmente su dirección, a cambio de algo de dinero, claro. Me personé allí a la mañana siguiente y encontré a una de las chicas, semidesnuda y manchada de semen y miel, dormida en el portal de la casa. La esquivé y entré. La puerta estaba abierta y dentro había signos claros de que la fiesta continuó allí hasta altas horas. Botellas vacías, luces de discoteca activadas, una tele sin sonido y videoclips permanentemente… Una gallina. No quise preguntar por ello. También había una chica dentro de una jaula y un hombre con un tanga en la cabeza, ambos dormidos… Vamos, muestras evidentes de que alguien se lo había pasado en grande la noche anterior.
La casa era pequeña y estaba mal amueblada, un póster tapaba un gran agujero en la pared, probablemente creado en esta u otra fiesta similar. La casa entera olía a alcohol, sudor y sexo y la nevera completamente vacía. Algunas ventanas estaban tapiadas con maderos y entre las rendijas entraba una trémula luz, como si le diera vergüenza iluminar la estancia.
La mejor habitación de todas era, claramente, el dormitorio. Una cama doble que ocupaba casi toda la estancia y 5 personas durmiendo en ella. Pude dar vueltas, fisgar y cotillear todo lo que quise, ya que más que dormidos, parecían en coma. Descubrí todo un cargamento de anticoagulantes en el baño, un álbum de recortes sobre David Wells y una foto de una chica pegada a la parte de abajo de un cajón. Una chica bastante guapa, latina, con una sonrisa picarona.
No pude preguntarme mucho más por ella porque en ese momento Jimmy salió corriendo de su cuarto y aterrizó en el váter, vomitando sangre y bilis.
Aproveché para presentarme, ayudarle y hacer un poco de buen samaritano. El pobre cabrón ni se molestó en preguntarme quién era, simplemente no le extrañó que alguien estuviera allí. Es más, actuó como si me recordara, cosa que era imposible, claro.
Ese día conseguí ganármelo y, quizás más importante, que creyera que yo soy mago. Le dije que vivía en Miami, que tenía problemas con la ley en Estados Unidos y que quería establecerme en Londres a vivir.
Quedamos un par de veces y le pude conocer mejor. Actúa como una estrella de rock, va con gafas negras y se comporta como si el mundo le debiera algo sólo por existir. Lo curioso es que la luz le rehúye y algunos aparatos eléctricos aumentan su volumen en su presencia. Es, claramente, un efecto adverso de la magia que él utiliza. Son cosas muy sutiles, pero tras un rato en una cafetería cerca de Hyde Park, me di cuenta de que la luz fluye a su alrededor, como un reguero de agua evita un pequeño montículo. No ocurre siempre, claro, pero ocurre.
Por ahora se muestra algo esquivo y misterioso. No parece desconfiar de mí, pero tampoco quiere enseñarme nada realmente importante. Parece ser que hace unos meses descubrió la fama que le podía reportar ser mago y decidió explotarla. Lleva en una fiesta constante desde entonces y parece que le funciona. No ha hablado de nada anterior al 2007, pero su forma de hablar, sus expresiones y la terminología con que se refiere a la magia implican que algo sabe. No he tenido que explicar mucho de mi historia, pues es demasiado pagado de sí mismo como para hablar de otra persona.
Yo, por mi parte, lo agradezco.
Y nada más, corto y cierro.
********FIN DE LA TRANSCRIPCIÓN********